EN BUSCA DE SENTIDO

José Mª Jordán Galduf és excatedràtic d´Economia de la Universitat de València.

Febrero de 2021. Tras un año de pandemia son muchas las personas que han sufrido, y aún siguen sufriendo, problemas de salud o problemas económicos. También ha sido notorio, y aún resulta patente, un ambiente de intensa polarización política y crispación social. En este contexto, cabe preguntarse por el sentido de la vida.

En la película El séptimo sello (1957), de Ingmar Berman, un caballero medieval regresa a su país (Suecia) después de haber luchado durante diez años como cruzado en Tierra Santa. Vuelve desencantado, vacío, y se pregunta por el sentido de la vida ante el aparente “silencio de Dios”. Toda Europa se halla sumida entonces (siglo XIV) en la dramática pandemia de la Peste Negra, y él juega una partida alegórica de ajedrez con la Muerte. Su propósito es ganar tiempo para disipar algunas dudas y, en última instancia, realizar un acto que dé sentido a su existencia antes de morir. Al final lo consigue ayudando a salvarse a una familia: un acto de amor que le permite, a la postre, marcharse de este mundo en paz.

En su relato autobiográfico El hombre en busca de sentido (1946), el psiquiatra austriaco Viktor Frankl reconstruye su terrible experiencia como deportado en varios campos de concentración nazis (entre ellos Auschwitz) de 1942 a 1945. Allí pudo sobrevivir milagrosamente, aunque no así el resto de su familia (su mujer embarazada, sus padres, su hermano y su cuñada) ni muchos amigos y colegas. En esa delicada situación anímica, con la crueldad del holocausto en la memoria, ¿cómo se puede curar el sufrimiento y sanar tan grandes heridas?, ¿cómo rehacer la existencia y reorientar los pasos en el camino? Él toma la determinación de asumir las exigencias que la vida le plantea y responder a las mismas orientado por el sentido del amor. A su juicio, cada cual es un caso singular y ha de responder por sí mismo a las demandas de la vida, pero conviene hacerlo siempre a través del amor que constituye la esencia de la existencia.

En su libro-testimonio El hecho extraordinario (1940), el filósofo español Manuel García Morente narra su proceso de conversión a la fe cristiana después de haberse reconocido como no creyente durante muchos años. ¿Qué factores hacen posible un itinerario que lleva del agnosticismo a la apertura hacia Dios? En este caso no se trata de una evolución intelectual, sino que es el resultado de una crisis existencial derivada del drama de la guerra civil. Es un gran pensador que se forma en importantes universidades europeas, enseña en la Institución Libre de Enseñanza y gana en 1912 la cátedra de Ética en la Universidad de Madrid, teniendo como amigos a José Ortega y Gasset y Julián Besteiro. En 1913 contrae matrimonio con una mujer muy religiosa a quien adora y que muere diez años después dejándole dos hijas. La llegada de la guerra civil ahonda la división social del país y produce la radicalización de algunas fuerzas políticas. Un yerno suyo es asesinado por un grupo de milicianos y, acto seguido, él es despojado del decanato (que ejerce desde 1931) y de su cátedra, viéndose obligado a huir a París para salvar la vida. Allí, tras unos meses de dolor y soledad, encuentra un nuevo sentido a la vida en su conversión espiritual, poniéndose en manos de un Dios misericordioso personificado en la figura de Jesucristo crucificado que abraza a todos los seres humanos.

Febrero de 2021. En la difícil situación en que vivimos, no son pocas las personas de buena voluntad que aparecen en todos los ámbitos de la sociedad (desde el más alto nivel de administración al último de los servicios). Hay que aprender de todos aquellos que, en medio de las adversidades, dan un testimonio de humanidad en su comportamiento diario. Haciendo comunidad, mostrando compromiso y confianza en su entorno próximo, ofreciendo cordialidad y esperanza a los demás. Nos ayudan a encontrar un sentido a nuestras vidas.