
Josep M° Jordan Galduf, excatedràtic d’Economia de la Universitat de València
De pronto el pasado, o el verdadero presente, o unos retos permanentes que no han desaparecido por mucho que algunos mandatarios internacionales e ideólogos sin cultura se empeñan en silenciar. Vivimos en un mundo exigido de cooperación y ayuda al desarrollo. Estos eran problemas candentes que preocupaban enormemente al planeta hace 50 años, cuando yo me doctoré en Economía, y que aún nos siguen desafiando realmente el día de hoy. Lo tenía muy claro el Papa Francisco antes de morir en abril pasado, y no ha cesado de apuntar en esa dirección la reflexión de Joseph Stiglitz, profesor de Columbia y Premio Nobel de Economía en 2001.
En Sevilla se celebra esta semana la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU. Se buscan soluciones para retomar una Agenda Internacional para el Desarrollo que se halla en crisis por el nuevo escenario planteado, entre otros, por el Presidente D. Trump. Este detesta toda acción cooperativa en el mundo que no pase por la miopía de unos intereses norteamericanos de carácter inmediato. Mientras tanto, el llamado Sur Global se halla asfixiado por la carga de una pesada deuda financiera, los recortes en la ayuda internacional y la emergencia del cambio climático. ¿Será posible adoptar algunas decisiones eficaces ante tantas contrariedades?
Para aliviar el problema de la deuda externa los países del Sur Global piden reestructuraciones en su carga financiera. Estos piden igualmente más oxígeno de ayuda al desarrollo, considerando además la especial virulencia con que la crisis climática está afectando a los países más pobres de la Tierra. A la postre, La covid primero, la guerra de Ucrania después, y finalmente la subida de los tipos de interés y la emergencia de acreedores como China, los países del Golfo o bancos privados con intereses desorbitados han condenado a decenas de países del Sur Global a una situación insostenible. El 60% de los Estados de renta baja está al borde de una crisis de deuda, según un informe que acaba de publicar Oxfam (según el cual la situación es especialmente aguda en África).
En este contexto, se necesita una recomposición de la cooperación internacional en la línea que se planteó en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Necesitamos un nuevo Orden Mundial ante el desorden que están provocando las acciones de algunos mandatarios internacionales cuya ceguera puede condenar al desastre al conjunto de la comunidad internacional. ¿Servirá la Conferencia Internacional de Sevilla para avanzar algunos pasos en esa dirección? Lo deseo de todo corazón, como también era el deseo profundo del Papa Francisco tal como nos legó en algunas de sus encíclicas más emblemáticas, entre ellas: Laudato Si´ (2015) y Fratelli Tutti (2020).
