Propuesta al Sínodo desde la experiencia de Redes Cristianas
(6 de abril de 2024)
Redes Cristianas, que agrupa unos 200 colectivos cristiano-católicos en España (comunidades, asociaciones de teólogos/as, parroquias, congregaciones religiosas, etc.), respondiendo a la invitación del Papa Francisco, ha participado en la primera fase de Sínodo con un documento titulado POR UNA IGLESIA POSIBLE Y NECESARIA EN ESPAÑA. Propuesta al Sínodo de la Sinodalidad desde la experiencia de Redes Cristianas.
En este documento hemos querido responder a la invitación del Papa desde la experiencia que nos han proporcionado los más de cincuenta años de militancia cristiana siguiendo las claves fundamentales de la Constitución Gaudium et Spes del Vaticano II, es decir, desde la periferia de la Iglesia y en contacto directo con los procesos y situaciones reales de este mundo nuestro. En todo momento hemos sido conscientes de que, aunque ignorados por la Iglesia institución, hemos estado acompañados por miles de comunidades que en otras partes de mundo han estado realizando una similar experiencia de militancia y comunidad.
A la vista del Informe de Síntesis de una Iglesia Sinodal en Misión, firmado por la Secretaría General de la Primera Sesión del Sínodo 2021-2024, constatamos que nuestra propuesta de una “Iglesia posible y necesaria” no se ha tenido prácticamente en cuenta en la primera fase del Sínodo.
Por eso, y como respuesta agradecida a la invitación del Papa Francisco, queremos insistir enviando nuevamente nuestra aportación, con la esperanza de que en esta segunda fase del Sínodo se tome en consideración. Aunque desde a periferia, también estos miles de comunidades tenemos derecho a pronunciar nuestra voz en el seno de una Iglesia a la que nunca hemos renunciado.
Nos invita a hacer esta propuesta el capítulo 16m del Informe del Sínodo donde se dice expresamente: “Difundidas en muchas partes del mundo, las comunidades de base o pequeñas comunidades cristianas favorecen las prácticas de la escucha entre los bautizados. Estamos llamados a valorar su potencial, explorando también la posibilidad de adaptarlas a contextos urbanos”.
Animados por este reconocimiento y el propósito que hace el Sínodo de “valorar nuestro potencial” o experiencia, os enviamos nuevamente este documento con el deseo de que se tenga en consideración en esta segunda fase del Sínodo.
Presentación
* Los grupos de Redes Cristianas acogemos la invitación del papa Francisco, participando y ofreciendo nuestra propuesta al Sínodo de la Sinodalidad desde nuestra propia experiencia como Iglesia.
* Redes Cristianas nace en 2006 como un amplio espacio de coordinación de colectivos católicos de ámbito estatal, con talante crítico y propositivo, inspirado en el Evangelio y en el espíritu del Vaticano II. “Ante la compleja situación que están atravesando la sociedad y la Iglesia —que entendemos como consecuencia de un cambio radical de civilización, frecuentemente ignorado por estas instituciones— hemos decidido coordinarnos para actuar con mayor eficacia y responsabilidad, según las exigencias y posibilidades de nuestros días. Como seguidores de Jesús de Nazaret nos proponemos anunciar con alegría la Buena Noticia del Reino, presente ya como semilla en este mundo y en la Iglesia, pero abierto a su plenitud en el futuro. Pretendemos ser otra voz crítica y alternativa y coordinarnos para dar una respuesta conjunta en pro de la transformación democrática de la Iglesia y de la sociedad”. (Carta de Identidad de Redes Cristianas).
* La perspectiva para situarnos en la sociedad y la Iglesia españolas está condicionada por nuestra experiencia, tanto de los pueblos y barrios populares en que vivimos, como de sus horizontes culturales y científico-técnicos. Esa experiencia, y el compromiso con los movimientos socio-políticos que luchan por conseguir unas condiciones dignas de vida para las mayorías sociales, así como con sus ámbitos culturales, determinan las actitudes y propuestas que exponemos a continuación.
* En el Anexo1 figura la lista detallada de todas las comunidades, grupos y colectivos católicos que firmamos este documento.
1.VER
Señalamos en este primer apartado crítico (y autocrítico) las sombras que nos afectan a toda la Iglesia española. También a nosotras y nosotros que, por opción, estamos en las periferias, aunque somos conscientes de que la mayor responsabilidad recae en la jerarquía.
Destacamos, desde el espíritu evangélico de la corrección fraterna, las pretensiones de esta Iglesia de ponerse al lado del poder, sus vacíos, exclusiones y rechazos internos, y aun sus apropiaciones materiales nada ejemplares.
Desde el primer momento queremos dejar claro que este señalamiento no desconoce ni olvida las otras muchas luces y obras extraordinarias que la Iglesia católica española ha realizado y sigue haciéndolo en nuestros días.
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Se le acercaron entonces los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase una señal del cielo. Mas él les respondió: “Al atardecer decís: ‘Va a hacer buen tiempo, porque el cielo tiene un rojo de fuego’, y a la mañana: ‘Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío.’ ¡Conque sabéis discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir las señales de los tiempos! (Mt 16,1-3).
- Sombras que están afectando al interior de la iglesia que está en España
Aquellas expectativas de los años 60 y siguientes sobre la Iglesia como “Pueblo de Dios”, presente en medio de la sociedad para ayudar a descubrir el sentido de la propia existencia y servir a la humanidad en su proceso de liberación se han visto defraudadas.
Hemos vivido evidentes dinámicas involucionistas: creciente jerarquización, obsesión enfermiza por la ortodoxia y los ritos, y, sobre todo, defensa de la propia institución frente a los reclamos que la sociedad, especialmente a través de sus miembros más vulnerables, le ha ido presentando. No somos pocas las personas que consideramos que el devenir de la Iglesia católica en los últimos 50 años ha contribuido abiertamente a consolidar una imagen del cristianismo como una religión de creencias, de normas y de poder, lejos del mensaje liberador de Jesús de Nazaret.
Estas dinámicas, en las que todos los y las fieles tenemos algún grado de responsabilidad, tienen su origen y su centro de gravedad principalmente en las instituciones que conforman el ‘aparato de poder’ eclesiástico, tanto en el ámbito local como en el central de la Santa Sede. Y derivan, entre otras causas de orden ideológico e histórico, del inaudito hecho —profundamente antievangélico— de que el centro de la Iglesia católica, el Vaticano, continúe siendo un Estado, con sus intereses y múltiples andamiajes de autoprotección. Con sus bancos, sus funcionarios y hasta su simbólico ejército. No en vano, el papa todavía se relaciona con los líderes políticos de otros países como jefe de Estado, y se sirve de embajadores en todos los países, a los que llama nuncios. Esto, que puede tener su justificación histórica en el pasado, es hoy causa de escándalo, pues habla elocuentemente de la Iglesia católica como institución de poder y colisiona con la radical actitud de servicio que propone el Evangelio de Jesús.
Los negativos efectos de estas dinámicas eclesiásticas están a la vista de toda la ciudadanía en España —ya se trate de creyentes, agnósticos o ateos— y resultan dolorosos para quienes intentamos modestamente seguir a Jesús. A nadie se le oculta el enrocamiento refractario de la Iglesia ante materias que constituyen valores esenciales en el siglo XXI, como, por ejemplo:
* Su pretensión de uniformidad ante la enorme diversidad cultural, social, política y geográfica de las y los fieles. Una uniformidad que responde a un discurso anclado en principios filosóficos y morales propios del medioevo, refractario a los valores éticos y antropológicos de la modernidad. Todo esto se traduce en un desprecio a la horizontalidad, falta evidente de democracia interna.
* Su inmovilismo doctrinal en algunas materias muy superadas hoy día por la ciencia y la hermenéutica y su inmovilismo moral frente al desarrollo de una conciencia ética universal, que reconoce como derechos el divorcio, el aborto, la eutanasia, los matrimonios del mismo género y los increíbles avances de la bioética, etc.
* Su actual división en estamentos verticales y desiguales ante el poder —los clérigos acaparan los tres poderes de gobernar, enseñar y santificar—, que, en el contexto de la horizontalidad democrática actual, ahuyenta la corresponsabilidad e impide una Iglesia de iguales.
* Resultan particularmente dolorosas, por el anacronismo que suponen en nuestro contexto, sus actuales exclusiones: principalmente de las mujeres —con las que mantiene una tal injustificada desigualdad con los varones que la convierte en uno de los reductos más reaccionarios y alejados de la mentalidad del siglo XXI—, del colectivo FELGTBIQ+, de personas divorciadas que desean casarse por segunda vez o recibir los sacramentos, de pensadores y teólogos/as represaliados/as y sacerdotes secularizados; y sus vacíos clamorosos como la ausencia de jóvenes y el rechazo general de la modernidad y de la ciencia.
- Sombras que está proyectando esta Iglesia hacia afuera
Los obispos denuncian «una gran mutación social» en la que, según ellos, «crece la desconfianza y el enfrentamiento». Podemos estar de acuerdo con esta lectura, pero consideramos que, con demasiada frecuencia, en sus análisis se limitan a culpabilizar al resto de la ciudadanía de estas situaciones. Difícilmente reconocen la responsabilidad de la propia Iglesia en la desconfianza, el enfrentamiento y polarización que estamos sufriendo en la sociedad española. Algunos datos:
* El estatus de privilegio, jurídico, social y político del que goza nuestra Iglesia a causa del Concordato heredado del franquismo y plasmado en los Acuerdos entre la Santa Sede y el Gobierno español de 1979, en plena discordancia con los principios democráticos que inspiran nuestra Constitución. —Privilegios que siguen siendo reivindicados casi a diario por la jerarquía de la Iglesia como derechos históricos, a la vez que ella incumple descaradamente los compromisos allí asumidos, como el de la autofinanciación—. Dichos Acuerdos constituyen un anacronismo inexplicable en un Estado que se proclama “aconfesional” y un agravio comparativo con el resto de confesiones religiosas e instituciones civiles. Son privilegios injustificables, por ejemplo, la presencia obligada de la religión católica en la escuela pública, la anacrónica asistencia religiosa en las fuerzas armadas, en los hospitales y las cárceles; las injustificables exenciones del IBI, IAE, Patrimonio, etc.; la existencia de la casilla a favor de la Iglesia en las declaraciones del IRPF; las múltiples aportaciones económicas otorgadas por diversas administraciones públicas para actividades y sostenimiento de la Iglesia que, sumadas a las exenciones tributarias señaladas, llegan a superar los 12.000 millones de euros cada año. Todo esto le resta testimonio y legitimidad moral.
* Menos comprensible resulta aún la apropiación o inmatriculación que esta Iglesia ha venido haciendo de unos 100.000 bienes inmuebles desde 1946 al amparo de leyes ilegítimas, previas o contrarias a la misma Constitución. Ante el crecimiento exponencial de la exclusión y la pobreza, nos avergüenza conocer que la Iglesia posee alrededor del 80% de los bienes histórico-culturales de este país. Con esta ingente acumulación de bienes en inmobiliario y finanzas, no se entiende que pueda decirse ‘pobre entre los pobres’ y difícilmente se puede advertir coherencia en la defensa de los DD. HH.
* Tampoco se entiende fácilmente su resistencia, salvo en casos aislados, a investigar a fondo el escándalo de la pederastia por parte del clero, llegando incluso a denunciar a instituciones civiles que lo han documentado fehacientemente y haciendo oídos sordos a las disposiciones del papa Francisco y las decisiones de otras conferencias episcopales. A su vez, es inexplicable su cerrada defensa del celibato obligatorio para los clérigos, así como el mantenimiento del sistema de formación en seminarios casi vacíos, cuyas carencias en el ámbito sexual y afectivo evidencian esta triste problemática
* Resulta difícil de entender y asumir el posicionamiento ético y político de la Iglesia jerárquica española al lado de las fuerzas más reaccionarias (xenófobas, racistas, homófobas, misóginas, machistas, patriarcales, etc.) del país. Llaman la atención sus ausencias o inhibiciones ante problemas sociales que afectan a sectores débiles de nuestra sociedad. Así, por ejemplo, en el debate sobre la reforma laboral, en la lucha por el derecho a una vivienda digna o los derechos de asilo e integración social de inmigrantes y refugiados. En este último caso, y a pesar de la ejemplar respuesta de algunas parroquias y otras entidades religiosas, la postura dominante de la jerarquía ha sido más de inhibición (ninguna denuncia de la ley de extranjería, por ejemplo) y de desconfianza o de sospecha (“no todo lo que llega es trigo limpio”) que de ayuda samaritana. Si la Iglesia pusiera a disposición de la acogida de inmigrantes algunos de los innumerables edificios que tiene vacíos (albergues, residencias, seminarios, etc.), no habría inmigrantes en situación de indigencia en este país. Todo ello sin restar un ápice a la responsabilidad del Estado.
* Si hay un signo de los tiempos evidente desde el siglo pasado es la igualdad de la mujer a todos los efectos en la sociedad civil. La Iglesia institución mantiene la desigualdad quedando así completamente rezagada y alejada de la mentalidad del siglo XXI. Sigue negando la realidad de tantas comunidades y parroquias en las que las mujeres son esenciales por su entrega y compromiso.
* Y es igualmente reprobable el sectarismo de los Medios de Comunicación Social de titularidad eclesiástica, que no se caracterizan precisamente por difundir la Doctrina Social de la Iglesia y del papa Francisco, sino que actúan alineados con posiciones políticas reaccionarias que justifican e incluso favorecen la desigualdad entre las personas y la falta de cuidado y de aprecio a la naturaleza. Con harta frecuencia, crean crispación y violencia, enfrentando a nativos con migrantes y a unas regiones del Estado con otras. Esta línea de actuación es, a todas luces, contradictoria con el Evangelio de las buenas noticias.
- JUZGAR
El discernimiento cristiano que podemos hacer de la imagen de Iglesia que hemos esbozado lo realizamos fundamentalmente desde las grandes constituciones Lumen Gentium y Gaudium et Spes del Vaticano II que constituyen las bases de la Iglesia universalmente querida y afirmada para nuestro tiempo. Sin olvidar las aportaciones del papa Francisco (Evangelii Gaudium, Laudato Si, Amoris Laetitia, Fratelli Tutti) que tratan de actualizar el Vaticano II a nuestros días. Finalmente, con toda modestia y sin renunciar a la autocrítica nos apoyamos en nuestra propia experiencia de más de 50 años tratando de hacer “una Iglesia posible”. |
- Textos del Nuevo Testamento
* Se subió a la barca con sus discípulos y fue derecho a la región de Dalmanuta. Salieron unos fariseos y empezaron a discutir con él, exigiéndole, para tentarlo, una señal del cielo. Dando un profundo suspiro dijo: “¡Cómo!, ¿esta generación exige una señal? Os aseguro que a esta generación no se le dará señal, (Mc 8, 10-12).
* Las decisiones se toman con la escucha comunitaria de la realidad y el diálogo para interpretar los signos que esa realidad nos ofrece: “Llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: vosotros sabéis que los gentiles han oído por mi boca la palabra del evangelio y han creído. Dios, que conoce los corazones, les dio el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros. Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé… (Hechos, 15).
- Desde el Vaticano II
- a) Pueblo de Dios y la Comunidad de Base como referentes principales de la Iglesia
* La Lumen Gentium del Vat. II nos invita a superar la “Iglesia de cristiandad” que, desde el siglo IV (Constantino) estableció una “Iglesia de desiguales”: abandonando la comunidad y estableciéndose en parroquias y diócesis; constituyendo una jerarquía de varones detentadora de los tres grandes poderes (gobernar, enseñar y santificar) como único referente de Iglesia.
* Y realizó dos giros copernicanos para superar este modelo prevaticano:
1º Reconocer como referente primero de la Iglesia el pueblo de Dios (comunión de creyentes, comunidad de iguales y diferentes tareas, servicios o ministerios). En este sentido, el Vaticano II, inspirado en el NT, no presenta la asamblea eclesial como una asamblea anárquica, sino estructurada por responsabilidades y ministerios, incluidos los de gobierno, a los que se accede por discernimiento y elección comunitaria para ejercitarlos no con talante dominante y autoritario, sino en escucha y diálogo permanente con la comunidad según el principio evangélico recogido por Marcos 10, 42-44: El que quiera hacerse grande entre vosotros ha de ser servidor vuestro, ha de ser siervo de todos.
2º Reconocer y promover a las “pequeñas comunidades locales” como sujetos detentadores de todos los elementos que constituyen una Iglesia plena, la Iglesia de Jesús. (Para el teólogo Rahner esta es la mayor apuesta revolucionaria del Vaticano II, es decir, el paso “de la gravitación de la Iglesia local en torno a la Iglesia universal, a la consideración de la Iglesia local como centro de gravitación de la Iglesia universal”).
- b) Iglesia de puertas abiertas, hacia fuera o en el mundo, lugar propio de su existencia y presencia
* La comunión es nota constitutiva de la Iglesia, la sinodalidad lo es de su funcionamiento. Se trata de “caminar con otros/as”, como pueblo, al encuentro del Padre, construyendo su Reino de verdad y justicia y haciéndolo al estilo evangélico. No vale cualquier comunión ni cualquier sinodalidad
* El Concilio Vaticano II en la Constitución Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo, supo interpretar cómo se concreta la construcción del Reino en sus propias circunstancias. Y sigue ofreciendo orientaciones que, traducidas a nuestro momento, pueden ayudarnos a discernir el modo de presencia de la Iglesia en el mundo actual.
* Así, por ejemplo, apostó por la unión de la Iglesia con toda la familia humana y su disposición al diálogo y servicio a toda la humanidad; su apertura a los nuevos signos de los tiempos, singularmente a la ciencia y la tecnología; la atención a los cambios sociales, políticos, morales y religiosos; la atención a los desequilibrios y divisiones causadas por la demografía y la economía; la aspiración a la justicia en los pueblos empobrecidos y en estamentos como las mujeres, los grupos diferentes, emigrantes y excluidos; la apertura a los grandes interrogantes (dolor y muerte) del ser humano, etc.
*Hoy día hubiera puesto mayor empeño, como lo está haciendo el papa Francisco, en la conservación del planeta y en la creciente división social: el escándalo de la desigualdad creciente, a pesar del crecimiento de la riqueza global, de lo que llama el descarte injustificable de grandes sectores de la familia humana.
- Desde el Papa Francisco
* No hay ni debe haber muros en la Iglesia católica, es la convivencia de la diversidad, (Primer clamor del Papa en Chipre, 2021/12/02).
* Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades, (Evangelii Gaudium, 49).
* Las demás instituciones eclesiales, comunidades de base y pequeñas comunidades, movimientos y otras formas de asociación, son una riqueza de la Iglesia que el Espíritu suscita para evangelizar todos los ambientes y sectores, (Evangelii Gaudium, 29).
- Desde nuestra experiencia en comunidades e Iglesia de Base
- a) Nos hemos ido organizando “desde abajo”: hemos intentado superar la división y desigualdad que impone el clericalismo construyendo comunidades de iguales sin exclusiones de ningún tipo compartiendo muchas de las tareas o servicios que necesita y puede prestar cada comunidad hacia dentro y hacia fuera de sí misma haciéndonos presentes y en diálogo con mucho de lo que se mueve fuera de la Iglesia (pobres y modernidad).
- b) Las claves del testimonio profético de nuestras comunidades podemos resumirlas en estos cuatro apartados: opción por los pobres, presencia profético-liberadora en la sociedad y en la Iglesia, edificación de comunidades libres y corresponsables, y forma democrática de organizarnos en comunidad y con el resto de comunidades.
- 5. Desde los principios e instituciones jurídicas civiles
Desde estas instancias que pertenecen, como valores adquiridos, a la cultura socio-cultural y política de nuestras sociedades, creemos que la opción por los pobres —que la Iglesia proclama como constitutiva de su acción evangelizadora— no puede desentenderse de la difusión, defensa y cumplimiento de valores como la “Declaración Universal de las Derechos Humanos” (ONU 1948) —aún no suscrita por la Iglesia católica— o el “Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales” (ONU 1966) y tantos otros.
III. ACTUAR
Con el corazón y la mirada puestas en el Evangelio y basadas en el Vaticano II, en las cartas y encíclicas del papa Francisco y en nuestra propia experiencia, queremos proponer, con modestia, pero con verdad, el modelo de Iglesia en el que creemos y el que hemos tratado de hacer posible durante más de 50 años. Reconocemos que no todo ni siempre ni en todas las experiencias de comunidad hemos podido llegar al ideal, pero estamos seguras y seguros de que, desde el Espíritu de Jesús, lo que proponemos es posible. |
Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno, (Hch 2,44-45).
Queridos hermanos y hermanas, necesitamos una Iglesia paciente. Una Iglesia que no se deja turbar y desconcertar por los cambios, sino que acoge serenamente la novedad y discierne las situaciones a la luz del Evangelio, (Primer clamor del papa en Chipre, 2021/12/02).
- Nuestra propuesta de Iglesia hacia dentro
Siguiendo —como ya hemos dicho— la inspiración de las y los primeros cristianos reflejada en el NT, las luminosas aportaciones del Vaticano II, del Papa Francisco y la experiencia larga de Iglesia posible que tenemos, nuestra propuesta se resume en dos actitudes básicas concentradas en las dos palabras siguientes: koinonía y diaconía. Es decir, pensamos en un colectivo concreto de seguidoras y seguidores de Jesús que están intentando hacer la difícil, pero entusiasmante experiencia de “poner en común” sus sueños y todo lo que su situación personal y el contexto social en el que viven les permite, y de asumir responsable e igualitariamente (según su capacidad) las tareas y servicios que dicho colectivo necesita para articularse al interior de sí mismo y hacia fuera, hacia la sociedad en la que vive.
Pensamos y tenemos experiencia de que esta propuesta de Iglesia es posible:
* Organizándonos como sociedad de iguales, superando en igualdad la misma formalidad democrática que ya estamos realizando en la sociedad civil. Como dejó escrito Pablo en Gálatas 3, 28 donde “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” [pongamos papa-obispos-sacerdotes-laicos, varones-mujeres, LGTBIQ+, etc.]. Ante esta consecuencia directa del Evangelio proclamada por Pablo, ya no se puede mantener, en el mundo de hoy, una Iglesia de clases y corporativismos donde el poder anacrónico se reparte solo entre varones y al margen de la formalidad democrática. Todo lo que puede hacer un varón en nuestras comunidades es igualmente posible y apropiado para la mujer y, por tanto, la Iglesia debe incorporar a la mujer [y a las otras personas diferentes] a todas sus funciones, tanto de reflexión, como de gobierno y de celebración.
* Acogiendo y asumiendo como parte importante de sí misma, llenando sus clamorosos vacíos actuales, a personas y colectivos que discrepan del pensamiento teológico y moral único, de las prácticas litúrgico-pastorales uniformes, de la espiritualidad única, etc., como, por ejemplo, Redes Cristianas (con todas las Comunidades de Base, los grupos críticos y colectivos que firmamos este documento).
* Aplicando en el propio funcionamiento de la Iglesia las orientaciones de doctrina social que propone para la sociedad en su conjunto. Orientaciones sobre democracia, papel de la mujer, derechos de los trabajadores, etc.
* Fomentando celebraciones cristianas vivas y creativas, donde todas las personas puedan participar; porque toda la comunidad es la que celebra y lo hace con naturalidad, sin vestimentos ni ritos extraños, sin necesidad de recintos sagrados, ni protagonismo de ningún celebrante. La horizontalidad en estas celebraciones conlleva un cuestionamiento de la figura del sacerdote-presidente, como ser investido de poderes sagrados, para subrayar el protagonismo ministerial de la comunidad en su conjunto. Una organización que, reconociendo la pluralidad de carismas, supere a la vez cualquier jerarquización de los ministerios. Y siempre haciendo iluminar la Palabra de Dios sobre la realidad social que nos rodea, pero respetando y haciendo presente lo esencial, el mandato de Jesús: «haced esto en memoria mía». No repetimos un rito, sino un proyecto y un estilo de vida, el de Jesús. Y todo ello en clave de fiesta, con nuestros cantos y guitarras y compartiendo la comida como hermanos.
- b) Nuestra propuesta hacia fuera
La Iglesia está llamada a situarse en la sociedad como una institución más entre otras, y sus miembros, invitados a actuar codo a codo con todos los que trabajan por un mundo más justo, comprometidos con los Derechos Humanos y la justicia social, como proclama el Evangelio. Y su fuerza ha de descansar tanto en el testimonio de lo que hacen y viven como en la consistencia humana y cristiana de lo que proponen. En concreto, apostamos por una Iglesia:
* Capaz de vivir en el contexto de una sociedad laica y fuertemente secularizada: reconociendo que la católica ya no es “la religión oficial y única del Estado”; renunciando voluntariamente a todos los privilegios que suponen un agravio comparativo con el resto de instituciones sociales, renunciando decididamente a los Acuerdos firmados por el Estado con la Santa Sede en el 1979; reconociendo y pidiendo perdón por su complicidad con el levantamiento, la guerra civil y con el régimen político a que dio lugar, pagando a la Hacienda pública, mientras no se desprenda de ellas, los impuestos que acompañen a sus actividades financieras y comerciales, etc.
* Dispuesta a aceptar que el inmenso depósito cultural y espiritual que atesora no puede fijarla en un pasado irrepetible, sino que la está empujando a seguir haciendo historia con toda la humanidad. En este sentido, no puede seguir volviendo la espalda a la modernidad y al diálogo con las nuevas ciencias y tecnologías, tampoco a su caminar con el resto de confesiones religiosas y civiles que apuestan por la dignidad del ser humano.
* Resuelta a devolver a la sociedad civil —dado el enorme escándalo que está causando en nuestros días— todos los bienes histórico-culturales que ha inmatriculado durante más de 70 años al amparo de unas leyes nacidas bajo la dictadura franquista o abiertamente inconstitucionales. Este desprendimiento de lo que no es suyo podría ser un buen signo, entre los pobres y la sociedad donde ha perdido mucho prestigio, de otro modo de estar en la vida y en la historia.
* Comprometida a romper con la permisividad, el encubrimiento y la desidia que ha mantenido la jerarquía española sobre la pederastia, a pedir perdón y apoyar una investigación exhaustiva, imparcial y sincera que saque a la luz los abusos sexuales del clero y establezca medidas eficaces de reparación al ingente número de víctimas de este delito.
- c) Un modelo de Iglesia posible en nuestra sociedad secularizada
Tenemos conciencia de que la actual organización de la Iglesia en España —realizada tradicionalmente desde el lugar/espacio como criterio de mayor proximidad a las personas (diócesis, parroquias)— está siendo cada día menos eficaz y menos simbólico-testimonial. La parroquia, salvo para el servicio de caridad y como banco de alimentos, está dejando de ser, en muchos casos, un referente importante de espiritualidad para los ciudadanos y ciudadanas de hoy.
En este sentido, e inspirándonos en otras experiencias similares, desde Redes Cristianas apoyamos/proponemos organizarnos como espacios autogestionados, vinculados entre sí y en comunión esencial con la Iglesia universal.
Dichos espacios podrían ser lugares de encuentro, de oración, celebración, formación, reflexión y programación, etc. de la actual diversidad de personas y colectivos cristianos que existen en el barrio o en la ciudad. Su hoja de ruta podría ofrecer teórica y prácticamente un nuevo rostro de la comunidad de creyentes, siguiendo el modelo de Iglesia-comunidad que Jesús de Nazaret pretendió, y hacerse presente en la sociedad a través del compromiso sociopolítico de sus miembros, contribuyendo así a hacer realidad el Reino de Dios en la historia.
Además de la posibilidad de encuentros entre las y los diferentes, estos centros facilitarían un mejor conocimiento que supere la actual división y distanciamiento general que existe entre las diversas familias (instituciones) cristianas; y también, de acogida y diálogo con otros colectivos del barrio que están trabajando por dignificar la condición de todos los seres humanos.
Supongamos/imaginemos un lugar de encuentro con una sala multiusos y diversos espacios donde los diferentes grupos (infancia, juventud, personas adultas y ancianas) puedan reunirse y programar sus actividades: celebración, de atención a los pobres, artístico-culturales, etc. articulación de comunidades y con otros centros… En fin… ¡Para soñar!