ASCEN, COMPROMISO DE TODA UNA VIDA

Ascensión Ruiz Navarro. Nacida en Malejan Provincia de Zaragoza en 1942. En 1961 emigró a Bilbao, donde conoció a las Petites Soeurs Dominicaines de Orleans, donde entró a formar parte en 1964. En 1967 vivió en Paris, hasta septiembre de este año donde fue a Bélgica de donde tuvo que salir por “no tener papeles” en febrero de 1970. De 1970 a 1988 trabajó en diferentes fábricas en Valencia. De 1988 a 2003 y de este año hasta el 2018, siempre residente en  El Salvador pero con presencias frecuentes en España , con residencia en Valencia. 

ASCEN, COMPROMISO DE TODA UNA VIDA.

 

1.- Por los años 70 llegabais a Valencia –Marítimo- una pequeña comunidad de dominicas, coincidiendo con la presencia de un equipo de curas obreros en el mismo Marítimo. Yo formaba parte del equipo y el recuerdo de aquella experiencia fue el de un gran testimonio profético que compartimos con vosotras.

Concretamente llegamos a los poblados marítimos en Noviembre de 1970, un grupo en Malvarrosa y el otro en el Grao, Ramiro de Maeztu. Casi todas veníamos de vivir, ya hubiese sido en Francia, Bélgica o Bilbao, en barrios obreros y marginales.

Entonces, llegamos a los poblados marítimos desde Torrent, donde vimos que vivir entre naranjos, aunque algunas desarrollaban actividades en Torrent, no era el entorno en el que queríamos vivir. Fue una decisión tomada en comunidad, después de horas de reflexión, acompañadas por José María Blasco, que ya vivía en el Marítimo y, como dices, un equipo de sacerdotes, que a través de los años se han ido sucediendo, pero siempre hemos mantenido relación y compartido fe, compromiso, utopías,….

2.- Vuestra presencia en el barrio fue de un compromiso total: asociaciones de vecinos, actividades culturales, comunidad cristiana, compromiso en el mundo del trabajo, compromiso político,… (estamos en los años 70).

Fueron unos años de vida muy intensa, éramos jóvenes, estábamos en el postconcilio, veníamos de haber compartido la vida con movimientos cristianos, obreros, migrantes internos en las chabolas de Bilbao, y también de haber descubierto la vida de los migrantes españoles, italianos y otros en Bélgica, Marsella o Toulouse. No nos  costó integrarnos, cada una donde sentía que podía aportar y recibir.

3.- La comunidad es una fuerza que ayuda a mantener el compromiso. ¿Qué importancia ha tenido? ¿Dónde has encontrado apoyos emocionales, afectivos, que han ayudado a la permanencia?

Creo que la vida en comunidad es muy importante. Vivir en comunidad es más que vivir bajo un mismo techo. Es compartir la Fe, las dificultades personales, de trabajo, las luchas, los sueños,… La revisión de vida era un encuentro muy importante, para ver, juzgar, actuar a la luz del evangelio.

Esto en la comunidad de vida, pero en la comunidad ampliada, sacerdotes, laicas y laicos, con las que compartíamos reflexión, en torno a la vida, al compromiso, al quehacer del barrio y de la comunidad de Fe. Con compañeras y compañeros en el movimiento obrero y sindical, en la familia, amigos y amigas con las que compartimos la solidaridad con los pueblos empobrecidos. Los apoyos emocionales y afectivos los he encontrado en la comunidad de vida y también en las relaciones de amistad que se han ido tejiendo en todo el quehacer al que he hecho mención.

4.- De “las dominicas” siempre se ha percibido y valorado una presencia no proselitista de una institución, que no teníais “un carácter diferenciador”; y lo que más destacaba era el talante de compartir y dinamizar con vuestra presencia.

Pues sí, lo que vivíamos y compartíamos no era para conseguir adeptas, en ninguna parte. No era la manera tradicional de la vida religiosa. El caso es que, como otras congregaciones, la nuestra se acaba, pero todo lo que nace muere y, posiblemente, nuevas formas de vivir la fe en comunidad y el compromiso con la vida, nacerán o están naciendo.

5.- Pero tú, Ascen, además de tu intensa presencia en Valencia, has atendido un nuevo reto, que con la misma orientación te ha llevado a comprometerte con el pueblo salvadoreño… ¿Qué te llevó a tomar esta decisión: agotamiento de la actividad, nuevas metas, nuevas perspectivas? ¿De dónde se sacan fuerzas para un reto así?

Desde 1970 hasta 1987 trabajé en fábricas, fueron años de vida intensos, como tú decías, vida de barrio, comunidad cristiana, sindicalismo, al principio clandestino. Mi decisión de ir a El Salvador, a veces me dijeron que era una huida ¿de qué?, me pregunto.

Mientras estaba en la fábrica, una temporada me tuvieron delante de la máquina de coser sin darme trabajo, un día me atreví a llevar un libro, para leer en el puesto de trabajo, este libro fue “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano. Un descubrimiento de un mundo más allá de la fábrica y del mundo en que estaba inmersa acá. En 1983, en mis vacaciones fui a Nicaragua con las brigadas de trabajo, que CEDSALA programaba cada verano durante el mes de vacaciones, y en 1987 fui a El Salvador. En el 1988 volví para un año que se convirtieron en 30. Venía a España cada dos años y después las venidas eran más frecuentes.

¿Por qué me fui? ¿Persiguiendo sueños que en España no podíamos ver realizados? Con el tiempo te das cuenta que es difícil en cualquier parte del mundo, pero la utopía sirve para eso, para seguir caminando. Creo que hay que dejarse llevar por el corazón y la vida.

6.- Tú llegas a El Salvador en la zona norte montañosa en Morazán, que fue antes escenario de las revoluciones y en la que hubo mucha violencia, ¿ qué significó para tí la vivencia de las consecuencias de estas violencias?

Como he dicho llegué a El Salvador en 1988 después de unos meses de reflexión. Allí durante 30 años siempre he vivido en comunidad con un grupo de mujeres de las Comunidades Eclesiales de Base, “Hermanas de la Pequeña Comunidad”.

La ofensiva llamada “hasta el tope” que comenzó el 11 de Noviembre de 1989, la pasé en San Salvador (El Salvador); el 16 asesinaron a los jesuitas, un día de miedo y angustia, a pesar de que el pueblo salvadoreño y las personas con las que vivía, ya habían vivido de cerca, asesinatos, desapariciones, masacres y búsqueda de desaparecidos en los basureros.

De 1990 al 2003, viví en el norte de Morazán, los dos últimos años de la guerra civil que duró 12 años. Las celebraciones de los llamados “acuerdos de paz”, la reconstrucción de la zona y de las personas. Los últimos años viví en El Salvador, viniendo más frecuentemente a España. Estuve colaborando con ANADES, Asociación Nuevo Amanecer de El Salvador, nacida de Personas de Comunidades Eclesiales de Base, sobre todo mujeres, oficialmente en 1990, para seguir dando respuesta a las necesidades que existían, niñez proveniente de zonas de guerra y las derivadas de ésta.

A través de los años, pasaron por El Salvador, muchas personas de diferentes partes de España; muchas de Valencia, y de ese ir y venir, del contacto directo y conocimiento de la realidad nació ASOL (Amanecer Solidario), asociación hermana de ANADES. Así, a través de los años y la solidaridad, vamos tejiendo la vida y concretizando sueños.

 

7.- Después de 50 años o más de presencia cristiana, cuando “cierras los ojos” y contemplas en silencio ¿ qué piensas de la vida?

Que, a pesar de todo, de sueños no cumplidos, de luchas que parecen perdidas, valió la pena, y vale seguir actuando, viviendo y soñando mientras tengamos vida y dejemos actuar al Espíritu. En la vida vas dejando lugares y cosas y lo vivido con ellas queda y sigue alimentándonos, para seguir adelante.